El pensamiento crítico es la capacidad de análisis racional, estableciendo relaciones entre las ideas, cuestionando las soluciones de los problemas y enfocándolo desde perspectivas diferentes.
Nuestra capacidad de análisis nos permite separar el grano de la paja
La mayoría de las veces, por no decir todas, la información que procede del exterior es incompleta. La mayoría de la información que recibimos no son hechos, y rara vez proviene de la experiencia personal de la persona que nos da el consejo, sino que son simplemente opiniones ajenas a la realidad del asunto que se está tratando.
El aspecto emocional, además, pesa muchísimo en todas las decisiones que tomamos, restándole aún más veracidad a los consejos que recibimos de otras personas. Por lo tanto, sin un análisis correcto previo a las conclusiones que tomamos de manera inconsciente corremos el riesgo de ser automáticamente emocionales en nuestras decisiones.
La información por lo tanto, en el caso de no ser una mentira como un puño, es como mínimo incompleta y debemos tener siempre un grado de capacidad de análisis para discernir entre lo que nos vale de lo que no.
A continuación, voy a dar una serie de consejos para ser más analítico y realizar un proceso de análisis que nos permita valorar toda la información de manera concreta y racional. Para decidir si tomar té o café no es necesario tener capacidad de análisis ni seguir todo el proceso, pero si nos encontramos en la situación de necesitar una herramienta para analizar la situación es importante poder contar con una. Aquí te la presento, en forma de consejos:
1. Asegúrate de que es un problema
Antes de empezar a resolver un problema debemos saber si es realmente un problema que debe solucionarse o no. Para ello debemos definirlo de la mejor manera posible. Desmenúzalo en sus componentes más simples y tendrás una forma de conseguir que los grandes problemas sean sencillos pasos a dar.
2. Análisis de datos de forma imparcial
Otro aspecto importante consiste en no verse influenciado emocionalmente por el problema. Debemos analizar de forma imparcial la división hecha previamente del gran problema, y utilizar esta imparcialidad para no apegarse demasiado al problema. Si sufrimos de demasiado apego o de emociones fuertes frente al problema no podremos separarnos de él y así resolverlo rápido y correctamente.
3. Descubre siempre el por qué
Cuando hemos determinado el problema y lo hemos dividido en pequeños problemillas en la medida de lo posible, es necesario averiguar el por qué de cada uno de los puntos. ¿Para qué?, te preguntarás. Pues para poder analizar el problema y encontrar sus soluciones más rápidamente y para que no vuelva a ocurrir en el futuro cercano. Es muy importante determinar la causa de los problemas y no quedarte en la superficie de los mismos. Siempre pregúntate por qué hasta 5 veces: ¿Por qué ocurre esto? ¿¡Por qué!?.
4. Unir el rompecabezas
Ya hemos dividido el gran problema en subconjuntos de problemillas para su mejor y más fácil análisis. También, de manera imparcial, hemos averiguado la causa. Sin embargo, no sólo debemos tratar al problema como problemas menores a parte, sino que debemos entenderlos como un conjunto de piezas de un rompecabezas que encaja a la perfección, es decir, debemos entenderlo en su conjunto. De esta forma podremos planear soluciones efectivas.
5. Los detalles no son tan importantes
Los detalles no nos van a aportar nada más que distracciones. Debemos atacar a los elementos clave de los problemas. Para ello debemos dejar ir nuestra necesidad de valorarlo absolutamente todo y detenernos en cuanto percibamos que los elementos clave del problema ya están definidos y listos para ser «erradicados».
Centra tu atención en los procesos que están defectuosos, no en las personas que los llevan a cabo.
6. La solución mínima
Genera muchas opciones, incluso apoyándote en ideas ajenas, locas y aquellas que puedan servir, modifícalas y añádelas para su posterior evaluación. Trata de olvidar o de no pensar en la típica frase «esto no funcionará», pues el diablo está en los detalles y la comida de un hombre es veneno para otro, es decir, que puede que a ti sí te funcione si cambias los detalles correctamente y añades las soluciones pertinentes respecto al problema.
7. Pondera las alternativas
Es una herramienta muy poderosa. Recuerda la navaja de Ockham, la cual dice: «dentro de todas las alternativas, la solución más simple es la correcta». Así que tampoco te vuelvas loco ni trates de hacer siempre lo más complicado, pensando que así dará mejores resultados, porque siempre la alternativa más sencilla es la correcta, aunque nos cueste verlo de ese modo a nuestras mentes «complicadoras de problemas».
8. Establece prioridades
Una vez definidas las alternativas, establece prioridades en la resolución del problema. Esto debería ser lo más sencillo para todos. Ya tenemos las soluciones, sólo hay que escalonarlas para solucionar el problema de la mejor manera posible y rápida.
Espero haber ayudado a la resolución de los problemas que podáis encontrar y a mejorar vuestra capacidad de análisis.
¿Te ha sido de ayuda? Déjame tu comentario si así ha sido. Muchas gracias.
Artículo por Álvaro Cid
Fuente: https://www.abcsystems.es/pages/articulos/0043_art-consejos-mejorar-pensamiento-analico.aspx
Imagen destacada desde Pixabay.
muchas gracias por su articulo, espero poder ponerlo en practica, gracias por darme parámetros para mejorar mi análisis. bendiciones